sábado, 11 de octubre de 2008

Parnassós

Hace mucho que no escribo nada, la razón es bien simple esas capas cordobesas tiradas por el suelo, sin saber que se puede plasmar en una hoja en blanco, sin tener la fuerza de exteriorizar el intimismo de una misma.

Saturación o engranaje en donde las piezas por fin van encajando y no hay lugar para la palabra, sí para el encogimiento de hombros y la espalda en la cama. Esa sensación de cerilla quemada por ambos lados, bosque crujiendo ante la tempestad. El caso es que no fue por algún problema, sólo es ese lapsus de soledad que se empeña en meterse bajo tu nombre para formar tu piel.

Encadenada en la gruta Coriciana descansando en ese sueño en el cual la realidad se entrelazaba, veía como una mujer buscaba un libro encontrando otro de igual tesoro, en donde uno de sus actores favoritos fallecía, la inminente llegada de sus amigas pero ella no podía alzar la voz ni la pluma, guiada por el soniquete de la flauta de otro díos que no era Morfeo.

Quizás haya vuelto, esté de nuevo sentada sin necesidad de siesta pagana, igual estoy para quedarme, para contar y volver de revés mi alma o puede que aún guarde ese silencio. Quizás.

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