domingo, 28 de diciembre de 2008

Mi regalo

En mi círculo de amistades, tengo uno especial. Con el que me encanta hablar de libros, escritores, lecturas compartidas intercambiando impresiones; estos días de tantas fiestas, comidas, familia y trabajo, apenas hemos tenido ese rato en el cual nos fumamos unos cigarritos, compartimos un café, nuestras pequeñas cosas o grandes según se mire y quién las mire, caldeándolas con uno o dos títulos nuevos.

Como hoy he podido salir antes del trabajo, he disfrutado ese momento, con la consecuencia de traer de vuelta, un alma inquieta, emocionada por sus palabras, y aquí estoy con el empeño en salir de ruta por las librerías. Todo es como en color de rosa, pero tiene su diablillo, ¡ya podría haber dicho antes! El momento no se ha dado hasta hoy, no por ello deja de importunar, el instante en que di mi lista de regalos de cumpleaños. Sí, yo suelo decir que quiero, así se dejan de quebraderos de cabeza que no valen para nada, pues nunca se acierta, exceptuando los que son necesarios, ¡esos vienen de lujo!

Con los libros tengo muchas debilidades, no me puedo resistir ni quiero. Una de ellas son los libros que hablan de otros libros, estos me hacen ir a investigar los no leídos, aumentando mi afán, inquietándome y muchas veces terminando su lectura con un suspiro. En esto soy como todas las mujeres o parte de ellas, y no me refiero a las novelas románticas, que también las leo, sino a esos libros que te entristece cerrar la última página, sean del género que sea dado. Por lo general huyo como la peste de los Best Sellers, y aún cuando en mi curiosidad por este medio, me he topado con esa palabra, no voy a correr esta vez, me atrae como un imán.

Regalar un libro en Navidad, reyes, cumpleaños, santos o cualquier día apetecible siempre es recibido con una sonrisa para todos los lectores, esos amantes de libros. Yo pensaba regalarme las Obras Completas de Oscar Wilde, un viajecito a la Macarena en esa pequeña tienda de segunda mano en donde lo vi, hace meses con la esperanza de la espera en él y me parece ver rondando la deslealtad…no será compartido después de todo será mi regalo de cumpleaños, ¡por que voy a escatimar gastos! ¿Qué la economía esta mala? Lo sé, pero por un libro, no se va a secar mi jardín, después de todo hay un proverbio árabe que me da la razón, "Un libro es como un jardín que se lleva en el bolsillo."

Así pues en cuanto salga a mediados de Enero me lo traigo para casita, que hace mucho frío y aquí con sus hermanos y mi compañía se esta mucho mejor, que en una pila esperando ser manoseado.

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey

Mary Ann Schaffer

Enero de 1946: Londres emerge de las sombras de la segunda guerra mundial. La escritora Juliet Ashton encuentra la carta de un desconocido, un nativo de la isla de Guernsey, a cuyas manos ha llegado un libro de Charles Lamb que perteneció a Juliet. A medida que Juliet y el desconocido intercambian cartas, ella se queda atrapada en el mundo de este hombre y sus amigos, que resulta ser un mundo maravillosamente excéntrico.
Esta novela ostenta una galería de personajes profundamente peculiares, todos amantes de la literatura, que intentan sobrellevar la ocupación nazi organizando reuniones de lectura sobre novelas clásicas, alrededor de un pastel de patata.

martes, 23 de diciembre de 2008

Y en el último trago, nos vamos


No hay nada como un tequila, un cigarro. La habitación se llena de sensaciones y secretos, arreglando la mitad de nuestra vida. Viva los poetas sin conocimiento. Que lo queremos mucho (por no conocer a Bokowski, claro es).
Y viva, viva Bukowski.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Esta noche quiero cenar…

Estaba yo cenando, para hacerme compañía tenía puesta la televisión, emocionada con mi arito de cebolla pensando “que rico, que rico” mas mi pulso tembló, el aro de cebolla se cayó al plato, y yo me quede en una postura un tanto ridícula, con la boca abierta, pensando “no me lo puedo creer”. Sí, esas subidas de temperatura que de vez en cuando tengo los fines de semana… Pasó el momento y seguí comiendo, pero ya es que cuando a los pocos minutos me sale otro anuncio, me plantee muy seriamente el terminar rápido la cena, con la premura de llamar a alguna de mis hermanas para sosegarme un poquito.

Mi suerte me acompañó, mi hermana no estaba pero si mi sobrina, y con ella estuve toda una hora charlando como una cotorra, he de reconocer que soy una mala tía, en mi mente solo había un tema “bello, bello, bello” y la coletilla “voglio, voglio, voglio” “desidero, desidero, desidero” ¿A qué viene tanto? Pues lo cierto, es un simple capricho culinario, en realidad era otra cosa lo que me hubiera gustado cenar hoy, como buena señora que pone su mesa, vamos por los platos, de entrante o cómo diría mi abuela “Regina, non dice bene” así pues a su memoria.

Antipasti



Y como una es muy comilona y siempre puede con más, aquí el plato fuerte, para dejarte saciada, no hay mejor noche que aquella que te duermes contenta.

martes, 16 de diciembre de 2008

Dímelo bajito

¿Tus pensamientos cuáles son? Dímelo bajito.

Sé que necesitas despojarme del alma. Posees la cualidad de dejar un cuerpo flácido, tierno, una sangre temblorosa sin fuerzas para luchar. Haces que la debilidad se aposente, logrando que un vocabulario soez se quede delirando en la piel. Creas del grito la risa para más tarde convertirlo en humedad, desesperación, agonía de no tener.

Culpable de cargos. Conocimiento depravado, guardando eternamente el tacto; aliento; piel; sabor. Mi olor. Sensatez que no ata y da la libertad, enajenación esclava, hambre de propiedad; indagando la forma de convertirse en lo único, lo imprescindible. Apropiándose indiscriminadamente la abnegación, elevando y castigando con el anhelo.

Pasado, presente y futuro. Intuitivo compañero de tinieblas sin límites, sin red, ni descanso en la imaginación, esa que no basta para llenar, no quita la sed, no colma. Murmullos de hierba, susurros de un río, madera abierta incandescente, noche silenciada por un suspiro, adormecida en una caricia, quejido de obtener.

Firma de sangre en dos, en donde la recriminación esta vedada. Pacto sellado en el tiempo. Choque de igualdades uniéndose en una. Cuan insignificante se queda todo comparado con la inmensa complacencia. Cuantas promesas rotas para renacer la nuestra.

¿Los tuyos cuáles son?, dímelo.

Ven, dame la mano y soñemos los dos. Cuando el sueño termine, yo sabré que pensamientos son. ¿Secretos?, yo los guardaré. Sonríes.

Ven, bajito te los contaré.

martes, 9 de diciembre de 2008

Una tarde en el cine



Ayer me fui al cine, nunca he pensado el poner entradas sobre las películas que veo, no me creo con el coeficiente cinéfilo suficiente para ello, simplemente me gusta el cine.

En algunas ocasiones hasta me compro un gran paquete de palomitas, según cual sea me apetece mucho, hacer como cuando era niña, golosinas que no falten, momento de teatros con gran pantalla, con sabor antiguo y no el descafeinado de hoy en día. Salas que parecen cajas de cerillas, pues lo importante no es ver una película, disfrutarla, es tener muchas salas y así sacar tajada.

Antes era costumbre ir dos o tres veces, claro ni yo estaba tan ocupada y mi compañera de cine no estaba casada, teníamos meses en los cuales nos encontrábamos en caso de no tener películas nuevas por ver, repetíamos aquellas que más nos habían gustado, eso sí, siempre a la sesión golfa, sino ya era un pastón, incluíamos hasta las cenas. Era una gozada el que llegara el viernes noche y decir ¿cuál vemos?

Ir a ver Crepúsculo era cosa sabida, vamos si te compras todos los libros y luego no vas a ver la película, es para tirarte del cabello, en el caso de que te haya gustado su lectura, así que toca ir, no como una adolescente el día de su estreno y si un día donde puedas pasar desapercibida sin tanto pircing.

Y allí estaba yo, con mi gran cubo de palomitas, mi chocolatina, agua y un paraguas de regalo, ¿Por qué no lo olvide en la butaca? Eso me estoy preguntando ahora mismo, por que más feo no puede ser, pero como se dice, los regalos hay que agradecerlos, con lo supersticiosa que soy, mejor en casa aun cuando no lo use, no voy a ir por toda Sevilla con el logotipo de Coca-Cola Cines Sur, una puede ser de todo menos masoquista… vale soy masoquista pero no de esa forma.

Eso sí los asientos en el centro y como llegamos a su hora, ya había personas adelantadas y sentadas, ya se podrían algunos levantar un poquito y no quedarse como un monigote, cuando una pide permiso para pasar por delante de ellos. No que va, aquí hemos de ser “papa patas largas” y dar zancadas por sus piernas con el consabido pensamiento de “que no les pise, que no les pise”, una vez comenzada la película, tengo que soportar al novio de la chica, dándole besos, no digo que este mal “chiqui si eres cariñoso ¡olé tú! Pero digo yo, no hay lugares más adecuados para darse el lote, no estamos ya en los años cuarenta. Muy bien dejo que se den el morreo una, dos, tres, cuatro, pero que este todo el rato, quejándose por que el señor que a mi me ha dejado patidifusa, le parezca gilipollas, pues no, por hay no paso. Comienzo a gruñir, mi prima comienza por hacer ruiditos con el vaso vacío, y yo a gruñir más alto. ¿Codazos yo? Ninguno, yo me se comportar muy bien en una sala de cine, cuando no me caigo por las escaleras claro, o pierdo un zapato.

Mi amiga Laura ya se quiere comprar la banda sonora, mi prima que fue quién me acompaño ayer igual, y yo si tengo que ser sincera a modo de pecado, achacare mi poco recuerdo sobre ella, al entusiasmo que viví, en plena adolescencia febril madura. Me quede literalmente babeando por un Vampiro, ¿se puede ser Loba y quedarte incrustada en la butaca por algo tan contrario a ti? Sí, la respuesta soy yo y en cima rubio, ¡no me gustan los rubios! Pero allí me quede con la sonrisa de pánfila y las hormonas revueltas por un personaje ficticio por completo, por que cuidado no es el actor, es el personaje, ¡que tiene huevos! Y con unos cuantos años menos que tú, bueno esto es un decir, por que claro, siendo vampiro es mayor, en fin dejemos esta paranoia total, por que no sé por donde puedo salir.

Definitivamente salí con ganas de más, es como cuando te quedas a medias en una cama, de muy mal gusto y necesitas, más, más y más. Cierto me hubiera encantado que uno de ellos existiera de verdad y tener esa cosa pegada a mi cuello, a dulce fantasía. Después de todo mis Lobas no me lo consentirían por lo tanto he de buscarme un hombre lobo. Este moreno por favor, morenito he y sin pelo en el pecho.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Recuerdos: la dulce venganza una tragedia en tres actos

En mi casa, aparte de buenos muebles de caoba, lienzos y consolas isabelinas, lo que más abundaba eran libros, los teníamos por toda la casa, en la sala de estar o “salita”. Mi padre tenía una librería que ostentaba toda una pared, es inevitable, sentirse afligida al recordar y ver que ya no están.

Los cinco cafres, teníamos la literatura enganchada en nuestras venas desde el nacimiento, por lo tanto era lógico que creáramos club de lecturas, no había género prohibido ni escritor maldito. Aún hoy seguimos con una técnica parecida, si alguno de mis hermanos les gusta un libro, acto seguido estamos nosotras tres con él o viceversa, pero en aquella época, hasta hacíamos apuestas, pero nada de apostarse cromos o golosinas, cenas o cosas de esas, no, ni mucho menos.

Sentimos un gusto por el dinero inaudito lo adoramos, y es lo que nos jugábamos.


Para que apostar chorradas, las apuestas se hacen a lo grande o no se hacen.
Todo comenzó por un libro de mi hermana Ro “Arenas movedizas” una media mañana estaba muy entusiasmada leyendo el libro, al entrar yo en la salita, comenzó ha hablar de él y yo me quede mirando su rostro, le pregunté quienes eran los protagonistas y sus personalidades y le dije vale, fulanito es el malo asesino. Se rió de mí en toda mi cara, y continuó con su libro; creo que aun anda por casa, igual algún día voy a ver sino se lo llevo del cajón del tocadiscos.

Al llegar la noche estaba muy enfadada conmigo, indignada, mi hermano J le preguntó que pasaba y ella le relato con sus palabras, lo ocurrido y mi poca sensibilidad a contar el final de un libro, que lo más seguro es que yo hubiera hecho trampa, pues era imposible saber sino se sabía el final. Vamos que me acusaba de haberle pillado el librito en cuestión, mientras ella estaba no sé donde, leer un poco y hacerme la chula delante de todos, es que mis hermanos son mal pensados no lo pueden remediar.

Se le ilumino la cara, era todo un poema, la bombilla con la idea mágica para poder sacar más dinero de lo habitual, era como ver a Al maquinado para no pagar hacienda, me dijo “te apuesto mil pesetas que no adivinas el asesino de un libro de Agatha Christie” el muy cretino pensaba que me podía ganar, y desplumar a la enanilla. Creamos las normas, no se me permitía tocar el libro hasta que lo leyera delante de ellos o mejor dicho uno debía quedarse siempre mientras yo estuviera leyendo, y solo hasta el capítulo tercero, si para entonces no daba con el nombre del asesino, le pagaría a él las mil pesetas, naturalmente los demás entraron al trapo y se acumuló un bote de cinco mil pesetas. En aquel entonces ¡era todo un dinero! no como ahora la mierda de los euros.

Por turnos se fue pasando el libro, hasta llegar a mí que era la última en cuestión y todos vigilantes de que yo no posara mis horrendas manos en él, no me preguntéis por que les daba por pensar que yo “la niña chiquitina” hacía trampas como una descosía.

Lo cierto es que no recuerdo bien cual fue el primero ni los siguientes libros de Agatha Christie, pero les iba desplumando a los pobres incautos que no se lo podían creer, pero llego la hora de su venganza, es decir “Tragedia en tres actos”.
Me toco pagar, estuve desde la mañana sentada en la mecedora roja, cada vez que tenía un sospechoso, se me iba al traste, ya no me importaba el tercer capítulo (que en este no había) con las consecuencias de haber perdido la apuesta, era mi enorme EGO y es que el orgullo estaba herido de muerte.

Escuchaba a lo lejos una risita de ultratumba, pensé inclusive que era el espíritu de Agatha vengándose de igual manera que mis hermanos, fantasía febril y un tremendo rebote pillado, naturalmente no escucho las voces de los muertos, y mucho menos iba a venir esa santa señora a mi casa a reírse.

Al terminar de leer, mire su nombre y me dije vale me has vencido, fui al cuarto saque el dinero de la hucha y pague. Me he llevado años sin leer otro libro de ella, y eso que estaban todos en casa era una de las colecciones. Fue ya cuando pasaba una temporada en Nerja cuando mi hermano A volvió a traer sus libros, y como yo me pasaba las noches en vela no tenía escapatoria, aun sigo sin leer “Tragedia en tres actos” no me hace falta lo mantengo en mi mente como el primer día.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Diciembre, mes de los mil diablos.

La bella estampa de lugares manchados de nieve, un espectacular frío, logra que todos tengamos esa nariz roja, el ir murmurando los villancicos, buscando regalos, las calles iluminadas con bombillas de colores, el repique de campanas, las buenas intenciones, el consumismo metido en vena, regateo para llegar a fin de mes. Las palabras de felicidad compartida, la familia junta. Todo esto y mucho más es el mes de Diciembre.

Muchos hay que se calzan el disfraz de dicha, el sentimiento de amabilidad goza en todos los cuerpos y casi, casi, es perfecto.

Si no fuera, por ese vaivén angustioso, esa atracción de feria, que te lleva al infinito para dejarte caer en el vacío, con la infinita certeza de que odias estas fiestas.
Volverás a marcarte el rostro con la paleta de la alegría, mientras por dentro clame la amargura, el llanto, desaliento, convirtiéndote en un ser inanimado, donde los hilos de la marioneta no los manejes tu, la algarabía generalizada, del volver a encontrarse.

En cada rincón estarán, como siempre, en cada esquina, de la casa, de la calle, donde una vaya, no hay escondite para ello no se puede huir ni en el olvido, los verás y querrás tocar, andarás buscando sus voces lejanas, sus risas, su mirar. Es otro año más, no está ese regalo, no hay alimento que te conforte, ni abrazos que te llenen, faltan tres.

Artefacto de subidas y bajadas, sin tocar el cielo te engullen en el infierno, ¿cuánto tarda en pasar treinta y un días? Un mes que se hace años.