martes, 16 de diciembre de 2008

Dímelo bajito

¿Tus pensamientos cuáles son? Dímelo bajito.

Sé que necesitas despojarme del alma. Posees la cualidad de dejar un cuerpo flácido, tierno, una sangre temblorosa sin fuerzas para luchar. Haces que la debilidad se aposente, logrando que un vocabulario soez se quede delirando en la piel. Creas del grito la risa para más tarde convertirlo en humedad, desesperación, agonía de no tener.

Culpable de cargos. Conocimiento depravado, guardando eternamente el tacto; aliento; piel; sabor. Mi olor. Sensatez que no ata y da la libertad, enajenación esclava, hambre de propiedad; indagando la forma de convertirse en lo único, lo imprescindible. Apropiándose indiscriminadamente la abnegación, elevando y castigando con el anhelo.

Pasado, presente y futuro. Intuitivo compañero de tinieblas sin límites, sin red, ni descanso en la imaginación, esa que no basta para llenar, no quita la sed, no colma. Murmullos de hierba, susurros de un río, madera abierta incandescente, noche silenciada por un suspiro, adormecida en una caricia, quejido de obtener.

Firma de sangre en dos, en donde la recriminación esta vedada. Pacto sellado en el tiempo. Choque de igualdades uniéndose en una. Cuan insignificante se queda todo comparado con la inmensa complacencia. Cuantas promesas rotas para renacer la nuestra.

¿Los tuyos cuáles son?, dímelo.

Ven, dame la mano y soñemos los dos. Cuando el sueño termine, yo sabré que pensamientos son. ¿Secretos?, yo los guardaré. Sonríes.

Ven, bajito te los contaré.

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