domingo, 8 de junio de 2008

El caló llama a la puerta

Sin duda ya ha llegado el calor en esta tierra de Sevilla. Y no es simplemente la fecha en un calendario ni que digan en el telediario las temperaturas. No, es mucho más sencillo que todo eso, no puedo dormir y no por el insomnio, es no poder aguantar las sábanas pegas al cuerpo, removerte en la cama como si las pesadillas pasaran por el insospechado sueño, fugaz en donde te desvelas cien veces para ver si el balcón se ha cerrado por una brisa que no llega.
El cuerpo tarda en acostumbrarse de nuevo al sol y sus grados, resintiéndose cada año, me pregunto cuando llegue de verdad esos quince días en los que el respirar cuesta, donde las calles en el día aparecen solitarias, solas sin apenas personas exceptuando un visitante un algo extraviado, si podré alcanzar los brazos de Morfeo. Sonrío para mis adentros algo nada difícil de hacer esbozando una sonrisa socarrona en mi rostro, esas noches estaré como fantasma en pena.
Llegarán los comentarios, “hace mucho calor, más que el otro verano” como si fuera posible recordar por la piel los bochornos pasados, o aquellos cuando nos increpan “en Sevilla en Agosto no se puede vivir” no es necesario decir la edad ¿verdad? Para atestiguar de tal dicho una falacia.
Quejas, solo son pequeños murmullos, pues la verdad las noches de la estación veraniega son de las mejores, una ciudad que bulle por la noche hasta la mañana, comienzan las veladas de los barrios, los conciertos en los jardines, los bares abiertos en los parques, el ir y venir por la orilla del río, mí río.

No hay comentarios: